Comunicas por radio tu intención de sobrevolar la neblina amarilla y te diriges hacia el sur, rumbo la isla de Andros. Cuando te acercas un poco más a la neblina, Andrea dice:

-Las alas del avión se están poniendo de un extraño color verde azulado.

-¡Qué raro! -le respondes con algo de ansiedad, pues sabes que las alas de la avioneta son blancas-. A lo mejor es por el reflejo del agua.

-Creo que ahora se están empezando a poner brillantes

Puedes percibir un tono de pánico en la voz de Silvia.

-Seguro que es una ilusión óptica -aseguras, aunque sientes que poco a poco se te va poniendo la piel de gallina.

¡Gradualmente te vas dando cuenta de que es avión entero está irradiando una extraña luz! Además, la aguja de tu brújula magnética gira sin parar. Miras con horror el indicador de combustible que se sacude sin control de arriba a abajo. ¡Los indicadores se están volviendo locos!

-Voy a pedir ayuda -le dices a Silvia, pero entonces te das cuenta de que la radio no funciona.

-¡Da la vuelta! ¡Volvamos a casa! -te suplica mientras protege sus ojos del intenso resplandor.

¡Pero no puedes controlar la avioneta! Los mandos parecen atraídos por la neblina amarilla y no puedes hacer nada.

-¡No puedo dominar la avioneta! -gritas.

-¡Voy a saltar! -anuncia Silvia al tiempo que se pone el paracaídas-. ¿Dónde está el bote salvavidas?

-Allí -contestas con voz débil.

Entonces, Silvia te alcanza un paracaídas mientras te dice:

¡Vamos, saltemos!

Sientes un miedo mortal de quedarte en la avioneta, pero no te gusta nada la idea de abandarla en pleno vuelo. En ese momento recuerdas que se trata de la avioneta de tus padres e intentas recuperar el control de los mandos para poder salvarla.

¡Buena suerte! -le gritas a Silvia mientras cae en picado desde la avioneta. Pero tienes el terrible presentimiento de que tú vas a necesitar más suerte que ella.

Los indicadores siguen girando e iluminándose caóticamente. La radio no emite ningún sonido,ni siquiera el habitual chisporroteo de las interferencias. Cuando miras por la ventanilla ves algo nuevo: ¡las alas se están volviendo borrosas, como si se estuviesen disolviendo!

-¿Qué debo hacer? -gritas, desesperado. Te preguntas si podrías liberarte de esa fuerza desconocida apagando el motor de la avioneta. Cuando apartas los ojos de la luz cegadora, piensas que nada de lo que hagas podrá empeorar la situación.

                   

  Decides cortar el suministro de carburante y apagar el motor                    Te quedas quieto y cierras los ojos a la espera de que todo se resuelva bien por sí solo